Discriminación. Muchas veces hemos oído hablar de esta palabra y casi siempre en relación a la marginación que ejercen los heterosexuales contra la comunidad Lgbt.
Pero ¿Qué pasa con la discriminación ejercida por los propios Lgbt, entre ellos mismos? ¿Cómo se combate eso? ¿Sómos concientes de esto, o algunos aún creen que es "normal" y parte de la situación burlarse de otras personas que son tan diferentes como uno.
Una forma muy arraigada de discriminación entre los mismos GLBT (aunque en este caso me refiero exclusivamente a los gay y bisexuales) es el de menospreciar y hacer distancia con todo aquello que se entiende como femenino. Por ello, el mejor insulto para cualquiera que piense así, es identificar al otro con un rol sexual pasivo.
Estos tipos de miedo o “fantasmas” son producto de la subordinación masculino/femenino que se ejerce dentro de una visión machista, sexista y excluyente.
Al parecer hemos internalizado toda esta discriminación y nos es aún más difícil de combatir pues está presente en nuestro lenguaje y actitudes cotidianas. Frases como: "una loca profunda, loca pasiva, es una promiscua, es una maricona, yo me cogí a ese cabron, se la metí todita", o frases como yo soy activo ¡eh!, la tengo grande y gruesa, como te gusta", entre otras más, no hacen más que reafirmar estereotipos y prejuicios entre nosotros.
Estos están basados en la falsa creencia atrapada en nuestro subconsciente, y en otros casos en el conciente, que la homosexualidad (y en este caso el rol pasivo) es una práctica y una actitud antinatural, enferma y perversa. Tratamos de probar al grupo cuan heterosexuales somos asociado al rol activo o pasivo.
Todo ello es grave y se acentúa más cuando son usan frases discriminadoras con connotaciones económicas, racistas, de clase y de saberes (pasiva pobre, tonta, bruta).
Todo ello es lamentable, pero es más grave aún, cuando en muchas de las organizaciones GLBT y algunos individuos que supuestamente luchan por la No discriminación por orientación sexual, se reproduzcan este tipo de prácticas tan censurables tanto en su política como culturalmente. También en sus relaciones cotidianas y a todo nivel.
A veces pareciera que tanto en las listas de interés GLBT, grupos, chats, todos los individuos y colectivos practican esta incoherencia en su máxima expresión.
Lo grave es que esta incoherencia entre lo que decimos ser y creer, nuestras prácticas cotidianas, públicas y privadas, suelen ser justificadas con la frase: es una broma pues, claro diciendo que son bromas nada pasa. (Aunque un dicho popular señala que: entre broma y broma la verdad se asoma).
Creo que es el momento de reflexionar más sobre este tema. Si realmente queremos un mundo más justo, e igualitario para todas y todos sin excepción, debemos empezar por desnaturalizar la discriminación de la que somos responsables, empezar por nosotros mismos, nuestro pais necesita urgentemente gente sin traumas machistas, una sociedad sin odios en el que todas y todos nos miremos con respeto y dignidad.
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